martes, 14 de febrero de 2017

Acá.

Más de un año desde la última vez que escribí! No voy a hacer un breve resumen de mi vida desde entonces porque qué pereza. Voy simplemente a arrancar como si hubiera sido hace poco la última entrada.

Hoy estoy muy contenta porque me regalaron unos zapatos de flamenco. De los buenos buenos, hechos a mano en España. El flamenco es mi más reciente afición y estoy absolutamente encantada. Siempre ha estado en mi -interminable- lista de "cosas que quiero aprender" junto con el cello, el bandoneón, la teología y las matemáticas. 

Al final cómo continúo con mi vida estudiantil -tiempo para estudiar y poco dinero- me traje los zapatos de Colombia, una falda de alguna función de ballet y entré. Estoy super embalada y ya pasé de ser el bicho con el atuendo raro en la última esquina copiando a ser alguien confiable para copiar los pasos; pero mis pobres viejos zapatos son para alguna danza desconocida (mexicana, joropo venezolano?) y no funcionan muy bien.  Entonces, ante mi entusiasmo y mi infaltable presencia en todas las clases (INTENSA donde las hay), una de mis compañeras decidió regalarme unos zapatos que ya no usa y yo estoy saltando en dos patas.

Mi mamá se preocupó un poco de que se me viera tan pobre que la gente me ande regalando cosas pero yo le dije que la nueva política es usar y reusar y ya le pareció bien.

Eso sí, son unos taconazos como nunca nadie jamás me verá en mi vida usando.


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