Mi madre suele llamar al vestuario, disfraz y a las zapatillas, pantuflas (!!!)... y yo suelo responder-le con un bufido. Me obsesiona un poco la precisión en el lenguaje. Pero es que llamar pantuflas a mis zapatillas, o, guitarra a mi violín, resulta ofensivo.

Pero luego pienso que tiene algo de razón. Porque llega octubre, llega el día de las brujas (cómo se le llamaba en mi infancia, no halloween) y llegan los disfraces. Y vuelvo mi vestuario, disfraz. De qué quiero? Holandesa, Gitana, Puta, Bailarina Punk, Princesa, Angel, Cabaretera.

Me encanta disfrazarme... el maquillaje, buscar el accesorio perfecto, hacer caras consecuentes con el disfraz.. de puta madre!. Éste año me perdí en San Victorino buscando un personaje masculino. Con estilo eso sí; nada de super heróes animados. La moda pasa de moda, el estilo jamás. Buscaba algo entre Sherlok Holmes, Alex (Naranja Mecánica) y Willy Wonka. Finalmente, hice mi versión libre o, fantasía sobre un tema de.

También me gusta contar cómo me disfracé de prostituta. Un vestido de tango sugerente, tacones, medias de malla, maquillaje excesivo y una pitillera. También cuento cómo, llegué muy temprano a una fiesta de brujas muy temprana y hube de caminar todo el centro andino de prostituta, cuando todavía no era fecha de ir de brujas. Me sentía algo apenada, pero me encanta ir de vagabunda (...)

El viernes me fui de fiesta de travestis... no sé qué tienen, pero me dan un morbillo. Tienen cierto regusto a sórdido y decadencia, que me encanta. Puff!... la cantidad de mujeres (?) hermosas que había. Quedé enamorada de una blanca nieves, absolutamente preciosa... y, aunque no soy de strippers (me aburren un tanto) esa esa mujer (...) demasiado. Aún no puedo creer que sea un chico.

Creo que me está empezando a agradar la lencería. Los encajes, los detalles... los ligueros (!!!). Pero me sucede igual con los tacones: me fascinan pero voy de tennis (y braguitas de colores).