domingo, 1 de septiembre de 2019

Pilatunices

Hoy se me ocurrió trastear la cama que estaba en el primer piso para el segundo piso. Es una cama doble con su respectivo colchón.

La ocurrencía vino un domingo, hacía el medio día, a 35ºC y estando íngreme sola en casa.

Estas cosas me pasan porque me gusta torturarme y dar sorpresas a los viajeros haciendo cosas que estaban pendientes y que suelen implicar trabajos pesados más indicados para dos personas o por lo menos una que supere la barrera de los 50 (150cm/ 50kg).

Pero quién dijo que Pi no podía? Quién? Quién?

Pues nada, aprendiendo de trasteos anteriores tuve la ocurrencia de amarrar algunas piezas para hacer más fácil la cargada y la armada. El problema fue que sólo tenía una única cuerda por lo que hubo una parte que funcionó lindamente y otras partes fueran sólo adrenalina, sudor y maderas cayendo por todo lado.

En algún punto me apeteció sentarme ahí, en medio del esqueleto de la cama y abandonarlo a su suerte... pero, se imaginan llegar de viaje un domingo a las 22h, fin de vacaciones y no tener dónde dormir? ME MATAN. Entonces respiré fondo y continué la lucha.

Al final gané y la cama está lístisima (hasta cambié sábanas y demases). No reporto heridas -sólo quedé muy sucia y transpirada- y me sentí muy orgullosa de mí misma por dar con una forma más práctica de transportar el colchón sin morir en el intento.

(el secreto está en amarrarlo muy apretadido en forma de tuvo y arrastrarlo como un cuerpo muerto)