martes, 13 de abril de 2010

Ya conseguí permiso para irme a las cuatro (una hora antes de lo oficial) y así ya no llego tarde a ballet (hurra!).

Ayer nos tenían sorpresa, ya saben qué obra vamos a hacer: La bayadera. Ahora viene la competencia: papeles de solista para quien mejor lo haga.. todo el mundo se aprende todo.

Dos horas más tarde están pagando mis pies mi delirio de grandeza.. llego a casa caminando sobre los talones y procedo a la tortuosa operación de cortarme las uñas. El resto de la noche será un sueño confuso entre el diseño de una ropa (eso pasa por ver Project Runway antes de ira dormir) mi chica y dedos palpitantes y adoloridos.

Me levanto a solicitar ayuda médica -Patriciaaaaaa-, quien, después de mi narración me mira exasperada y me dice -usted ya sabe lo que tiene qué hacer, cualquier dermatólogo del mundo le dirá lo mismo (...) no me cabe en la cabeza que alguien voluntariamente someta sus pies a ESE trauma-.

Resignada me pongo las medias, los zapatos y resultan estos más que incómodos en contacto con mis pobres deditos así que, gústele a quien le guste me voy con botas de montaña a la oficina... son las únicas que guardan prudente distancia para mis paticas y me puede pasar un elefante por encima y yo no me entero.

Así, soy la chica de pantalón de dril negro roto (en una zona no demasiado conveniente), ancho, escurrido y botas de montaña.. y sí, la hija del jefe.


No hay comentarios.: