Finalmente, ayer comencé las clases, lo que tanto temía no resulto ser tan trágico, si no musita palabra, para mí, es una estatua en la esquina del cuarto, y si son estatuas, que vengan cuantas quieran a verme, soy yo, mi chico y el maestro.

Además son tan amables, que no puedo menos que sentirme cómoda:

3:00.00 Pi baja corriendo (literalmente del bus), angustiada porque, en su cuenta, va aproximadamente tres minutos tarde.

3:00.05 Una gota gorda le apunta al ojo, Pi acelera el paso.

3:00.10 Ya no es una gota gorda, son mil, Pi corre hasta quedarse sin resuello.

3:00:30 Algo golpea fuertemente su brazo izquierdo. Levanta la mirada. Mierda! Granizo!.

3: 04. 00 Pi llega, más mojada que si se hubiese caído en una piscina, sin aliento... y angustiada por los cuatro minutos de tardanza.

Por razonamientos lógicos, Pi guardaba un saco verde en la maleta, se deshace de su bonita y chorreante camisa. Se instala en el saco verde arrugado, lo mira y descubre dos terribles manchas de carácter chocolatoso en todo el frente. Nada que hacer, toco así.

Arriba finalmente al apartamento, dónde maternalmente la cachean para revisar cuan mojada está y concluyen que deben prestarle ropa.

- Que tallita eres querida?
- Nooo, tranquillaa, que- qu—pe, pe-na, no hay problema, deje así.
(Interviene el maestro)
- No doy clases a personas mojadas!
- Si, señor. La más pequeña que tengan, gracias.

Obedientemente, se dirije al baño, se cambia, sale, donde todos la aguardan a mirar cómo le quedó.

Luego de levantarle el saco más allá de lo pudoroso y sin darle tiempo a esconder su vergonzosa panza concluyen que le quedó “Perfecto”y al salón.

- Tienes frio?
- No, maestro, no mucho.
- Muéstreme esas manos (y las toca para comprobar su temperatura). Mmm, no están frías... pero vaya y se las calienta un poco más en el radiador.
- Si señor.

Bueno, el resto son detalles de clase. Sabías que hice más de quince minutos de cuerdas al aire? Y casi- mágicamente, con las dos o tres correcciones que hizo después de mirarme de todo ángulo, el sonido mejoró... mi pobre arco, le achacan muchos problemas, ya se quedó cómo el de Robin Hood.

Escalas, escalas, escalas, escalas... cuando comienzo las de segunda posición me da un miedo desafinar, en realidad, le tengo pánico a la desafinación; al darse cuenta de ello, un día cualquiera, Stellita me dijo que tuviera cuidado con eso, que no me obsesionara, que la afinación perfecta no existe y que si me decía súbale a esto o bájele, pues hacía la corrección y ya, nada grave. Aún así, siempre empiezo atemorizada, pero una vez sale la primera, la confianza vuelve y el asunto funciona.

... en algún momento dice: El ritmo! El ritmo no puede fallar. Ni la afinación! Esas cosas tampoco deben fallar, pero tampoco el sonido... o sea? -Nada (musite), ante mi afirmación rieron y dijeron –tocar violín es fácil, es “simplemente”tocar cada nota de la mejor manera posible.. plop!

Ejercicios, me encanta cómo los gestos de las manos pueden describir tan bien los sonidos, (por eso me gusta mirar a los directores) –no, así no, hágalo “mas suave, más redondo” lo mejor es que uno se entiende, - más así? (mientras hacia un movimiento ondulatorio con la mano) – si, si, eso, así.

Ya descubrí cuál es mi problema con el vibratto, me estoy esforzando tanto porque salga que me tensiono toda y no funciona, simplemente cuestión de relajar la mano y dejarla oscilar y, comprobado, suena!.

Sí. Me gusta mi sonido! Me gusta cómo suenan las cancionsillas que ahora debo tocar! (no más conciertos por lo pronto), son tan cortas y sencillas que dan lugar a exprimirles (literalmente) toda la música que les pueda sacar.

Estoy contenta, tanto así, que tiendo a bailar en vez de caminar.

Ahora debo ir a estudiar, calculo, si son más de las dos a eso de las ocho y un tanto debo estar terminando.