miércoles, 20 de agosto de 2014

Clasismo

Si nos pusiéramos en la tarea de ponernos rótulos, cómo familia abogaríamos por progresistas, liberales, no conservadores, no racistas, no clasistas y hasta hay quien se rotularía proletario. Se entiende el perfil.

Pero pailas, buenas intenciones aparte y a nuestro pesar, tenemos actuaciones clasistas de las que cuesta muchísimo enterarse.

Ejemplo
La mayor parte de mis alumnos viven en una economía familiar holgada. Ergo, suelen tener empleada doméstica (o "una persona que nos ayuda con el oficio" cómo se dice ahora) en casa.

No, nadie la grita, ni la maltrata, ni la considera abiertamente inferior, ni la explota laboralmente (espero). Es más sutil que eso.

Es el clasismo subyacente que existe cuando yo, pese a saludar cortésmente y dar las gracias cuando me es abierta la puerta, no me presento a ella de la misma forma que me presento a todo el resto de la familia y hasta a visitantes ocasionales de mis alumnos y no me aprendo su nombre (o me demoro un montón) PESE A QUE ES LA PERSONA QUE MÁS VEO -además de mi alumno- en esa casa.

Por qué a los padres/abuelas/tios de mis alumnos me acerco y les doy la mano "mucho gusto, Lucía" y ella le digo de lejos "hola, soy Lucía, la profesora de violín". Por qué siendo adulta y estando presente en el mismo espacio recibe un trato diferente?

Una de tantas veces, tras presentarme a distancia, sólo mediado un rato caí en la cuenta que fue una presentación absolutamente unilateral y me tocó devolver mis pasos y preguntarle su nombre.

Conclusión, para mi ella es menos visible que el resto de personas. Está ahí, soy educada pero no la veo realmente. Clasismo rampante.

Y bueno, ya me di cuenta, y ahora? cómo deshacer ese hábito tan arraigado, tan inconsciente?



No hay comentarios.: