Hola abuelo!, saluda ella normalmente al regresar de la universidad. -mira que hoy, el bus, se ha desviado de su ruta y he caminado por una zona muy extraña... primero pensé que era un mercado, pero luego me dí cuenta que era un tapete humano... toda la calle cubierta de humanos hechados en el suelo, abuelo!... y, aunque era temprano, había canecas de lata con fuego prendido. Empecé a caminar y se me acercaban muchos hombres, murmurando en voz no muy baja... bazuco, bazuco, bazuco... otros, pericooooooooo, pericoooooo.... yo sólo pensé -pero qué gente para descarada, ofreciendo drogas en plena luz del día!-. Luego se me ha acercado un señor, que a venderme unos loritos, y dele y dele con los loritos... yo le decía que no tenía dinero, sacaba el poco que tenía y se lo mostraba. Mientras iba con él, algunos otros intentaban acercase, pero él les decía que iba conmigo, que me estaba vendiendo algo. Atravesé toda la calle con ese señor que no dejó de molestar con sus loritos, cuando llegamos al otro lado, me dijo que guardara mi dinero y me fuera pronto de ahí.... mijita, en qué calle se bajó?... no pues, cómo en la cll 9, con caracas... mijita... eso era el Cartucho.
créditos: A Marcelina, que es la persona con la mejor... o la peor suerte, según se le mire.
(historia que data de quince años atrás, cuando el Cartucho, todavía lo era)
1 comentario:
Esta historia estuvo buenisima. Me recuerda otra que data de 40 o más años atras, de una amiga de mi mamá en la Universidad Nacional, que pensaba que los gorros de los celadores que decían UN, indicaban que se trataba de 1 celador. JEJEJEJEJE
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