Mi cuarto es chiquitín pero la ventana es gigante así que compensa. Tal y cómo los rumores pregonaban, no hay aire acondicionado, pero, o la gente es muy trágica o, es muy poco resistente al calor. Sí, hace calor, pero nada que Melgar no supere y con lo que no pueda dormir aunque, esos sí, duermo siempre con la ventana de par en par (me gusta sentir la corriente de aire).
El colegio mayor queda en una esquina de Madrid, un poco lejos del centro, de Chueca y de Tribunal (mi estación por excelencia - Ella vive a una cuadra-) pero nada que el metro no pueda salvar en media hora de recorrido. En mi barrio, no hay nada aparte de colegios mayores (o bueno, nada que yo haya visto aunque se rumorea que hay un bar cerca). No sé en qué van los chismes (Erika -mi amiga Colombiana- intenta adelantarme pero nunca sé quien es quien); creo que el problema es que poco duermo por aquí.
Siempre dejo las llaves en la bandeja del almuerzo y luego me toca ir a pedirlas a la cocina, debo pasar por la más despistada del planeta. Además, mi tarjeta de comidas parece más una servilleta que una tarjeta. Da un poco de asco la verdad. Pero, no sé, todo es tan limpio y ordenado que algo tenía que alterar yo.
Por alguna razón no logro grabarme nombres pero sí nacionalidades: esa, la de México, o, ella, la que estaba sentada a mi lado de Pa- Uruguay?. El nombre de ella, ese si no lo olvido: Raquel, de Portugal.
Ella parece un chiquillo, pelo corto, shorts y camisetas de algodón (suele ser su uniforme). Ojos grandes, un poco cachetona y por su boca pueden salir tres idiomas. Suele oler a piscina pues a ella va todos los días. Siempre quedamos en su casa para ver películas (en inglés subtituladas en portugués) pero, bueno, la verdad.. no hemos pasado del primer menú. Le gusta dormir del lado externo de la cama e insiste en preguntar si estoy viva, pues dice que mi respiración no hace ni el mínimo ruido. También le causa estupor que se me olvide comer. De desayuno, suele ponerme cereales y, desde que descubrió lo mucho que lo necesitaba, café. Hoy, a mis ojos, hizo un crimen. Calentó un café ya preparado en el microondas (...). Nada dije y me lo tomé, necesitaba mi dosis de cafeína. Le encanta cuando salgo fresquita de la ducha y la cubro con mi cuerpo cuan corta soy (que es igual a cuan larga es ella), refréscandola.
Besos, (he de irma bajo la lluvia a la universidad)
Pi.
3 comentarios:
Y por esos lares no hay zancudos que piquen? Lo digo porque siempre que voy a dormir en tierra caliente, lo primero que pienso sobre dormir con la ventana abierta es ¿Y si me pican?
Ahhhhhhhhhhh, me emociono y todo!!!
Yo también me emocioné mucho, por más insolito que parezca.
Me da alegría, de verdad. Ya era hora, y yo lo vaticiné :D Jo jo jo.
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