miércoles, 20 de mayo de 2009

me canso de pelear conmigo. decido aceptar el hecho de que, por esta noche, mi cerebro ya se apagó. pienso que hago mejor relajándome, durmiendo. me despojo de la ropa. me acuesto en mi cama sin tender.

pongo algo de música. sí, esa misma música que tú -mi niño- me pasaste montones de años atras, y, en ignorancia de sus intérpretes, simplemente denominé disco bonito. ahora ya sé algo más. en realidad sé muchas más cosas de unas y mucho menos de otras. ahora sé, por ejemplo, que en el disco bonito hay una canción de la banda sonora de Romeo y Julieta y, otra, del Quinto elemento. de otras muchas no sé nada. ni genero. ni artista. ni albúm. no puedo etiquetarlas. Pero si puedo cantarlas, tatarearlas, anticiparme a lo que va sonar y recordarlas en mi cabeza cada que a bien tenga. por eso resulta relajante de escuchar. es un lugar conocido, seguro.

pienso un poco en tí, te beso mentalmente y te dejo volar. hoy mi mente quiere ideas más irreales. aterrizo entonces en París. en el romance. en un tren imprevisto que recorre tierras y deja personas. me lleva a la vez que me deja un poco atrás. el viento nocturno que no siento al interior del vagón se va llevando capas superficiales de piel. y quedo un poco desnuda, con la ropa puesta. vulnerable.

llego a ciudad de pelicula. y veo una misma cama destendida, una vez y otra vez más. la escena se extienda ante mí. la misma cama. amanece. despojada de ropa y menos vulnerable. me incorporo hasta la ventana. me siento en el alfeizar y acudo a un Stella Artois. es verano, hace calor. sonrío.

tres días con su noches. y me despido en una estación de tren. ví tu cama, tú buhardilla y poco más. 

2 comentarios:

Y. dijo...

me gusta cómo escribes (aunque ti es sin tilde :P)

mua!

anattolia dijo...

París.... parís... parís.