sábado, 14 de febrero de 2009
La relación con él me parece hoy tan irreal, cómo me parece el pájaro-que-da-cuerda-al-mundo que leo. Sólo es real cuando estoy con él. Las cuatro ó cinco horas que pasamos juntos cada seis meses, que prolongamos hasta que un letrero tabora florida obliga. Sé que haces, dónde vives, con quien vives. Sé que no tienes gato, ni perro. Que tuviste una y la dejaste pasar. Pero no logro verte viviendo. No logro imaginar qué haces hoy sábado en una tarde lluviosa que no contestas el celular. Pero, a la vez, me parece absolutamente natural que no lo contestes. Así ha de ser. Segura casi estoy de qué no te veré mañana. Que no soy ni seré una constante tuya ó tú, una mía. Pero que juntos, así lo podemos ver. Y así podemos hacer planes. Y así, hacemos planes -siempre- un viaje, dos, tres, una tarde de cine, de fotos. Y en una serie de encuentros/desencuentros no cumplirlos. Así son las cosas contigo. Más aquella deuda. Quizá esa sea el punto de quiebre. El punto realidad. "Adiós y no mires atrás" ó que sea el encuentro físico, el real, el que faltaba y elimine este aura de irrealidad (...) hablando de "adioses"fue tan limpio, tan fácil que no lo creo. Es cómo, sólo hubiera estado haciendo falta tomar la decisión y nada más. Me sorprende. Creo que, en el fondo, creía que, bajo presión, caería la manzana y verías obvia la gravedad. Pero no. Pero a tí tampoco puedo imaginarte hoy sábado, qué haces?. Ó soy yo, un poco ausente, cobijada por lunares blancos, que no puede imaginar a nadie. Me encuentro en una serie de imágines construídas, de contornos borrosos y difusos, en letras de canciones y en personajes de películas. Y hoy no quiero salir, ni ayer, ni antes de ayer. El martes ya he de hacerlo.
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