miércoles, 17 de septiembre de 2008

"A veces llega la noche" llega el sueño y se va

Robo

Digo que es la fiebre, aunque mi termómetro registre bajas temperaturas. Si no es ella es cómo ella. LLega el sueño y luego se va. Se va y me deja dando vueltas. Vueltas sudorosas que me obligan a acomodar mi pelo debajo de la cabeza liberando el cuello. El cuello, ahora libre, entra en contacto con el frio de la almohada y refresca. Pero refresca corto, y vuelvo a sudar. Tan corto que lo único que logro es volverme un desastre y amanecer cómo un leoncito, cómo un leoncito melenudo que se ha movido demasiado. Desesperada me saco el saco, y lo tiro, con brusquedad. Pese al sudor, tengo frio. Me hago un ovillo y me froto buscando calor. No funciona y mis dientes empiezan a castañear, pero el calor sigue y vuelvo a buscar el frio que ofrece la almohada. Abro la boca en busca de oxígeno. A cada respiración la humedad disminuye. Empiezo a sentirlos rígidos -mis labios-. Siento, entra el aire frio que seca y sale caliente. Cuartea. Mañana serán morados y deberé acordarme del humectante antes de bostezar, no quiero más heridas. Y creo que duermo. Luego, creo que despierto, y otra vez, a sudar, a castanear, a frotar. Y vuelvo a creer que duermo. Me aburro del ciclo y descorro un pedazo de cortina con la esperanza de descrubrir que está amaneciendo. Y la pierdo. Aún todo es perfectamente negro. Amanece. Por fin duermo... (...) y debo levantarme. Cumplidas predicciones: el león melenudo amanece con la lengua pastosa y los labios heridos. Pero el termometro, que reposa al lado desde la noche anterior, sigue indicando 37*C.

1 comentario:

VICA dijo...

No, no duermas, despierta... que a mi me aterran los monstruos debajo de mi cama!!