Hoy tengo clase, lo que presupone que debería levantarme Ya! a estudiar pero mis piernas se niegan todavía a adoptar los movimientos necesarios; entre tanto tecleo.. servirá para despertar los dedos?... no he empezado y los siento cansados, estudié tanto ayer... mi madre me recordó que "dejaste abandonado el piano", pero después de siete, ocho horas con el violín, es díficil sentarse ante él, la pantalla ó un libro se hace mil veces más llamativa... no sé que adjetivo usar.. el piano es tan "noble"... lo abandonas y vuelves y todo está, no se cómo, pero está.. bueh, quizá un poco a trompicones, pero está.. en cambio, Antonín es celoso, cobra los abandonos, así estos sean cortos.. el arco tiembla y sobre todo, lo primero, se desafina.. en el piano la desafinación no existe pero, un violín desafinado.. poco agradable.. quizá por eso soy tan obsesiva con ello y hago escalas, escalas y escalas; ayer me controlé, sólo hora y media... cuando lo dejas toca, vuelta otra vez, despacio, para que te vuelva a querer.. fue una noche larga.. me acosté cansada pero sin sueño, despertaba cada tanto con una mescolanza de fragmentos de canciones, ideas al estilo del libro que estoy leyendo y auto explicaciones de por qué estoy despierta.. en algún punto no pude determinar si ya me había dormido y estaba en la madrugada ó, me encontraba apenas buscando el sueño... me acostumbré tanto a dormir poco, que me siento rara acostándome antes de la medianoche.. me siento chiquilla.. no sé... ya son las siete y media.. arriba pato!